Extracto de Meditaciones – Marco Aurelio
Otra cosa asimismo te persuade a renunciar a la vanidad: y es que en adelante no puedes lisonjearte de que toda tu vida, por lo menos la que medió desde tu juventud a esta parte, haya sido la de un filósofo, antes bien, a los ojos del mundo y a los tuyos propios, has permanecido manifiestamente alejado de la filosofía. Te has confundido, de modo que no te será fácil en el porvenir adquirir el nombre de filósofo, a lo cual también se opone la esencia de tu vida.
Ahora bien, si realmente ves cómo se plantea esta cuestión, no te preocupes de lo que pensarán de ti. Conténtate con que vivas el tiempo que te queda, sea de la duración que fuere, según te dicte tu naturaleza. Considera lo que ella exige y no te distraiga otro cuidado. Has aprendido, en cuantas cosas anduviste errado, que en ninguna parte se halla la felicidad, ni en los silogismos, ni en la riqueza, ni en la gloria, ni en el placer, ni en parte alguna. Pues entonces ¿en qué consiste? En hacer lo que exige la naturaleza humana. ¿Y cómo se logrará? Poseyendo principios que regulen los instintos y los actos. ¿Y cuáles son estos principios? Los que deciden del bien y del mal, de modo que no se repute por bien del hombre lo que no le hace justo, moderado, decidido e independiente, ni por mal lo que no le causa efectos opuestos.