Un corazón del tamaño del océano

Texto de Marie Annick Rétif

Conozco algunos barcos que se quedan en puerto por miedo a que las corrientes los arrastren con demasiada violencia.
Conozco algunos otros que se oxidan por nunca haberse arriesgado a navegar con las velas.
Conozco también barcos que se olvidan de empezar. Tienen miedo al mar a medida que envejecen y las olas nunca se los llevan lejos de la costa, su viaje terminó antes de comenzar.
También conozco barcos (los menos) que siempre regresan a costa tras navegar, hasta su último día, cuando van a ser desguazados en el muelle. Esos barcos estarían listos para desplegar sus rotas velas gigantes y volver a salir a navegar contra la corriente. Esos que tienen un corazón del tamaño del océano.